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El que se fue a Sevilla…

21 abril, 2012

Ya os conté el otro día lo de mi amiga Laura y su nuevo ligue. Yo, en cambio, en mi última escapada no corrí la misma suerte –o desgracia, quién sabe, igual este bandido suyo le vuelve a salir rana en lugar de príncipe–. No os voy a contar mis pequeñas miserias, que no estoy aquí para eso, pero sí os diré que mi último viaje no fue como esperaba, y eso incluye hasta robo de maletas. En fin… ya conocéis el viejo refrán: «Al que cuece y amasa, de todo lo pasa». Esto, traducido a nuestro lenguaje, viene a ser algo así como «Al que viaja y pasa de estarse en casa, de todo lo pasa». Bueno y malo. Como la vida misma. Cara y cruz.
Pero no penséis que esta mala experiencia va a impedir que me ponga en marcha otra vez, no. Este fin de semana toca destino nacional, escapada desde dentro de unas horas hasta el domingo por la noche, AVE incluido. No, no soy la reina de los faralaes, ni mucho menos, pero sí puedo convertirme en la reina comiendo pescaíto y tomando vinitos al sol. Sí, venga, me voy a Sevilla. Y es que me apetece olfatear la primavera, el olor de azahar, el río, un abrazo de brisa cálida…
Y qué hace falta para ir a Sevilla: ganas y una buena compañía. Yo –a falta de lío amoroso primaveral– me voy con amigos.
¿Os apuntáis?
Eso sí: abstenerse abstemios, amargados, aburridos y gafes/cenizos en general.
Esto es una escapada a la alegría, que falta nos hace.

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